viernes, marzo 09, 2007

Irene Emperatriz de Bizancio

Irene, esposa y madre de emperadores y ella misma “emperador”, fue una mujer controvertida y con fama de cruel a quien la iglesia ortodoxa dispensa, no obstante, el tratamiento de santa.
Irene llegó a Constantinopla desde Atenas en noviembre del año 769. Contaba por aquél entonces unos quince años. El emperador Constantino V la había escogido para esposa de su hijo el coemperador León IV que acababa de cumplir 19 años, con el fin de reforzar los vínculos entre la capital imperial y la provincia de Grecia.
En Enero del año 771 Irene dio a luz a su único hijo Constantino y en Agosto de 775, tras la muerte de Constantino V, Irene y León IV ascendieron al trono. Cinco años después el emperador León murió en circunstancias misteriosas, envenenado según algunos. El nuevo soberano Constantino IV, que no había cumplido aún los diez años, habría sido presa fácil para sus enemigos de no ser por la firme resolución de su madre.

Irene tomó el timón de la nave del Estado y con el auxilio de sus eunucos de confianza, Ecio y Eustaracio, se deshizo hábilmente de sus principales adversarios, los hermanastros de León IV. De este modo, Irene inició su reinado público, que se prolongó, con algunas interrupciones, a lo largo de 22 años.

Intentó restaurar de nuevo la veneración a las imágenes acercándose al partido iconófilo, y tras una asamblea eclesiástica el reconocimiento de los iconos fue instaurado.
Irene y el joven Constantino IV fueron aclamados como sucesores de Elena y Constantino El Grande, los primeros emperadores cristianos de Roma. Sin embargo las relaciones entre madre e hijo comenzaban a resquebrajarse.
Llegó el emperador a la edad adulta e Irene no quería cederle el poder. Rompió el compromiso matrimonial de Constantino con una de las hijas de Carlomagno y lo obligó a casarse con María de Amnia, una mujer de la pequeña nobleza de Anatolia, de gran belleza. En octubre de 790 el joven soberano logró hacerse con el control del estado gracias al apoyo de las tropas acuarteladas en Asia Menor.
Irene fue confinada temporalmente en el palacio de Eleuterio, que ella misma había ordenado construir, pero dos años después obtuvo de su hijo la rehabilitación de sus honores y regresó a la corte.
Algunas fuentes la acusan de instigar la pasión de Constantino, que en el año 795 repudió sin motivación aceptable a María y contrajo matrimonio con su amante Teodota, a quien honró con el título de augusta.
Aunque el patriarca Tarasio reconoció la ceremonia, los representantes del partido monástico la repudiaron, dando lugar al llamado “cima del adulterio”.
El 19 de Agosto de 797 Constantino VI fue cegado por orden de su madre y ella asumió el poder absoluto del trono. Su hijo y Teodota eran recluidos en un monasterio.
A partir de entonces y durante casi cinco años Irene gobernó Bizancio con mano de hierro bajo el título de Emperador. En contra de la costumbre rechazó casarse con ninguno de los candidatos que le ofrecieron y tan sólo aceptó mantener una negociación matrimonial con Carlomagno. Intentaba con esto la continuidad de su reinado en solitario pero su plan fracasó cuando su antiguo amigo, el eunuco Ecio se alió con el ministro de finanzas.
El 31 de octubre de 802, a través de un fulminante golpe de mano, Irene fue arrestada y conducida al monasterio de la isla de Prinkipo en el mar de Mármara para ser trasladada posteriormente de Lesbos, dónde murió poco después de su llegada.
Fue la primera emperatriz a título propio que ocupó el trono de Constantinopla, una mujer poderosa, cruel e intrigante.
A pesar de todo, los cristianos ortodoxos la veneran como santa y el 7 de agosto celebran su memoria como la restauradora del culto a los iconos.


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