miércoles, noviembre 04, 2009

El Fayum


La región del oasis de El Fayum, en Hawara, er Rubayat, que da su nombre a un característico tipo de retratos, se halla a unos 85 km. Al sur de El Cairo. Es una zona rica y fértil, bañada por el Barhr Yusef, el brazo del Nilo que nutre de agua el lago Birket el-Qarun, antiguo lago Moeris.
En época grecorromana este territorio fue un centro agrícola activo y el lugar donde se asentó un importante núcleo de población foránea.

En 1615, Pietro Della Valle descubrió el primer retrato, pero no fue hasta 1888, cuando Sir William Flinders Petrie comenzó a realizar excavaciones en la zona haciendo importantes descubrimientos,y dándolos a conocer al mundo.

Los retratos de El Fayum se ejecutaban sobre un soporte que solía ser de madera (tilo, haya, cedro, higuera), aunque existen algunos retratos hechos sobre tela. En estas tablillas se representaba la esfinge del muerto, en una posición de escorzo pintada a la encaústica. Para la aplicación de esta técnica pictórica se procedía primero a alisar la superficie del soporte y cubrirla con una capa preparatoria de estuco.
El retrato se realizaba con pigmentos minerales y vegetales aglutinados y diluidos en cera caliente o fría. Los toques de pintura se aplicaban minuciosamente, por medio de finos pinceles y espátulas, dotando a la figura de un suave moldeado, con luces y sombras que producen, al mirarlas, un extraño efecto de vida. En algunos retratos se observa una técnica mixta: la encaústica para la cara y el peinado, y la pintura al temple para los vestidos y el fondo.
Una vez finalizado se podía aplicar una fina capa de barniz que fijaba la pintura, dotándola de un acabado más luminoso.


Desgraciadamente el paso del tiempo ha oxidado los barnices desluciendo las tablillas y a su vez la viva expresión de los personajes.

Esta técnica de pintura ya se usaba en la Roma del siglo I a.C. para representar a una persona y exaltar sus cualidades. Posteriormente se expandió por todo el imperio romano y alcanzó Egipto, cuyas sólidas creencias funerarias habían sobrepasado la civilización faraónica.

Su realización dejó fijada para siempre los rostros de hombres, mujeres y niños de hace casi dos mil años, reflejando la mayoría grandes ojos y una mirada profunda y enigmática.

Las pinturas, conocidas con el nombre de El Fayum, dado que en dicho lugar han aparecido el mayor número de ellas (aunque también se han hecho descubrimientos en distintos lugares de Egipto), eran colocadas entre las vendas y la cara de la momia, y llegaron a sustituir en algunos casos las tradicionales máscaras que protegían e identificaban a los difuntos, son consideradas verdaderas obras de arte, tanto por la ejecución de su personalidad como por la fuerza y la vida que emanan de quienes se representan en ellos. Otros sin embargo son estudios convencionales y estereotipados, sobre todo en el caso de las representaciones de niños, reconociéndose por reproducir idénticos ojos, boca y cara, que se trata de producciones en serie.

Es una incógnita la autoría de las pinturas así como la manera de realizarlas. Se desconoce si fueron pintores itinerantes, o trabajaban permanentemente en talleres especializados, aunque sí se sabe, dado las obras, que existían grandes artistas y meros copistas de los mismos que realizaban su trabajo por encargo.
Otra de las incógnitas es referente a la edad de las gentes pintadas, creando la duda de si la edad representada se corresponde con la del momento de la muerte. 

Es un hecho que la mayoría de los retratos muestran a individuos jóvenes, de edad no superior a los treinta años, y a una gran cantidad de niños, siendo una minoría los que retratan a hombres y mujeres de mediana

edad, lo cual puede constituir un dato casi decisivo para determinar la esperanza de vida, en una época marcada por una elevada tasa de mortalidad infantil.

También se plantea si las costosas joyas que adornan las figuras femeninas representan el estatus de las fallecidas y su poder adquisitivo. Es evidente que independientemente del valor de las mismas, el estilo de ellas, así como los vestidos, peinados, y otros complementos pretenden emular los que en aquellos momentos lucían las damas de la capital del Imperio.

Indiscutiblemente estos retratos fueron pintados en vida y no después de la muerte, tal y como lo muestran los rostros impresos en ellos. El suave color de las mejillas o el brillo de los ojos transmiten una clara vitalidad.


Algunos expertos creen que estaban expuestos en las casas y se entregaban a los embalsamadores después de fallecimiento, para ser colocados entre los vendajes de la momia.

Gracias a ellas, hoy podemos conocer con gran exactitud los rostros de las personas que vivieron en Egipto entre los siglos I y IV d.C. así como la evolución de la moda, vestidos, joyas, y peinados, cuyo conjunto nos acerca más a la vida cotidiana de los antiguos pobladores del Nilo.
Igualmente sabemos la identidad y el oficio de algunos de los personajes retratados.


Mucho más allá de un arte impersonal, las tablas policromadas de El Fayum resumen no sólo fisonomías, sino también caracteres, sentimientos y un deseo de perdurar quizá tan inalcanzable hoy como ayer.

Bibliografía: "La llamada muda: ensayo sobre los retratos de El Fayum" - Jean Chistiophe Baylli

4 Comments:

Loli Martinez said...

Tu trabajo me ha parecido genial , las obras que nos presentas tienen una belleza especial.
Me encanta tu blog ,todos tenemos mucho que aprender.
Un besazo .

Xibeliuss said...

¡Impresionante! No tenía ni idea de este tema. Me ha encantado la entrada.

I. Robledo said...

Amiga, alguien dijo alguna vez que en los ojos de los personajes relucia una Luz inmortal... y es cierto... Siempre me han impresionado estas miradas que nos llegan, ahora, desde el mas alla...

Un abrazo, amiga

Uthegal said...

Me ha encantado la entrada, muy buen tema. No conocía nada de este tema de la pintura. Me pasaré por aquí a menudo!

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