miércoles, diciembre 30, 2009

Fernando VII El Rey Felón


(Fernando VII - 1814 - Zacarías González Velázquez)

Fernando VII de Borbón, llamado el Deseado o el Rey Felón, reinó en España en 1808. Volvió a reinar de nuevo después de la expulsión de José Bonaparte, desde 1813 a 1823, año en el que hizo un breve intervalo al ser destituido por el Consejo de Regencia, y tras este intervalo, reinaría hasta su muerte.
Fernando VII disfrutó de gran confianza y popularidad por parte del pueblo español en sus principios, pero pronto se reveló como gran absolutista y considerado sin escrúpulos, vengativo y traicionero, que nunca satisfizo los deseos de sus súbditos. Se solía rodear de una camarilla de aduladores y su política se orientó en buena medida a su propia supervivencia.
La figura de Fernando VII ha merecido a los historiadores un unánime juicio negativo, pasando a los anales de la historia de España como el Rey Felón, y considerado como el monarca español peor tratado
por la historiografía, que continuamente ha repetido sus descalificaciones sobre el monarca.
Su imagen histórica deriva en buena medida de la idea percibida de sus contemporáneos, y especialmente por los que profesaban el credo constitucional, los cuales no cesaron de atacarlo como rey, ni de criticar su vida privada.

Que Fernando VII le tocó reinar en una época difícil, es una cuestión sobre la que no cabe duda. Ahora bien, su reinado estuvo lleno de fracasos y de frustraciones, especialmente a causa de su escasa capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos que corrían. Tampoco su vida familiar estuvo exenta de problemas y complicaciones. Las relaciones con sus padres no podían ser peores, su hermano Carlos se le enfrentó en la última etapa de su reinado, y por si fuera poco, sus esposas morían prematuramente.
(Carlos IV- Francisco Bayeu Subías)
Fernando VII nació el 14 octubre de 1784 en San Lorenzo de El Escorial. Fue el noveno hijo de los 14 que tuvieron Carlos IV y María Luisa de Borbón, hija de los duques de Parma. De los 14 hermanos, ocho (Carlos Clemente, María Luisa, María Amalia, Carlos Domingo, Carlos Francisco, Felipe Francisco, María Teresa y Felipe María) murieron antes de 1800; Carlota Joaquina (1775-1830) fue la esposa de Juan VI de Portugal; María Luisa Josefina (1782-1824) fue reina de Etruria; Carlos María Isidro (1788-1855) y Francisco de Paula (1794-1865) aparecen con frecuencia a lo largo del reinado de Fernando VII; María de la O Isabela (1789-1848) fue reina de Nápoles por matrimonio con Fernando I y madre de Luisa Carlota (esposa de Francisco de Paula) y de María Cristina (cuarta esposa de Fernando VII).

De infancia enfermiza, obtuvo el título de Príncipe de Asturias al acceder al trono su padre Fernando IV, que puso su educación en manos del escolapio Fernando Scio, Francisco Javier Cabrera, obispo de Orihuela, el presbítero Pedro Ramírez y los canónigos Juan Escóiquiz y Cristóbal Bencomo. Fue Escéiquiz quien, al parecer, mantuvo más larga relación y ejerció mayor influencia en príncipe. Influido por éste, creció aborreciendo a su madre y al favorito de ésta, Manuel de Godoy.
Fernando VII tuvo una juventud humillada, y fue tratado como incapaz, sin que encontrara tampoco en sus padres, que no veían sino por los ojos de Godoy, la menor ayuda. La impopularidad de Godoy fue creando un informe partido contra él, en el que participaban desde la nobleza hasta las más humildes clases populares.
Ya desde muy joven, Fernando había conspirado en contra de sus padres los reyes y de Godoy, alentado por su preceptor. En torno al joven Príncipe de Asturias se había formado un núcleo opositor formado por miembros de la alta nobleza, llamados posteriormente "La Camarilla", que perseguían la caída de Godoy.
Los enemigos de Godoy se fueron agrupando en torno al príncipe de Asturias, que comenzó a ser una esperanza; así se fue formando un partido fernandino.

En 1807 se llevó a cabo la primera conspiración y tuvo lugar el proceso de El Escorial, primer acto, como podría decirse, del derrocamiento del valido. La conspiración fue esencialmente movida por la nobleza, que encontró en Fernando un instrumento más que dispuesto a causa de cuanto había tenido que sufrir del favorito.
Estando la corte en El Escorial, un anónimo informó a Carlos IV de un movimiento preparado por el príncipe Fernando, por el que peligraba su corona y la reina corría el riesgo de ser envenenada. Ello no era cierto, pero constituyó motivo para que Carlos I V examinara los papeles de su hijo y le arrestara. Al extenderse la noticia creció el odio al Príncipe de la Paz. Fernando se humilló y firmó unas cartas a sus padres pidiendo perdón, después de dar los nombres de los conjurados. El perdón del rey se publicó, con las cartas, el 5 de noviembre, pero lejos de acallar la indignación pública contra Godoy e incluso contra los reyes, la acrecentó. El 5 de enero, los jueces que entendieron en la causa contra los cómplices absolvieron a los reos de todo cargo, a pesar de lo cual Godoy desterró a los que juzgó más comprometidos.
Dos meses después, y como continuación del intento, hubo un motín en Aranjuez durante la estancia de la corte en este sitio, y esta vez tuvo éxito. Dirigido por el conde de Montijo, se asaltó la casa de Godoy y en su caída, éste arrastró a Carlos IV, que tan ciegamente se había puesto en sus manos.
Un hecho trascendental había ocurrido en la historia de la monarquía española: la abdicación de un rey en virtud de un motín, que además no había sido dirigido contra él. Una de las primeras medidas del nuevo rey, ya Fernando VII, fue levantar el destierro no sólo de los castigados por Godoy a raíz de la causa de El Escorial, sino también a otros que habían sufrido anteriormente sin razón este castigo, al menos sin motivo que se supiera grave.
(Fernando VII es proclamado rey tras el motín de Aranjuez - Grabado siglo XIX)

Cuando tuvo lugar el motín de Aranjuez, las principales plazas fuertes al norte del Ebro estaban ocupadas por los franceses, pues tanto Carlos IV como su hijo creían de buena fe en la amistad y ayuda del Emperador. Fernando VII entró en Madrid el 24 de marzo. Carlos IV ordenó escribir al Emperador, una nota en la que declaraba haberse visto forzado a abdicar para precaver mayores males. Algo debieron de sospechar Fernando VII y sus partidarios, y ante el temor de que por ayuda de los franceses, separando de la política a María Luisa y continuando, al menos, en apariencia, la causa contra Godoy para congraciarse con el pueblo, Carlos IV se viera repuesto, lo que significaría la prisión del joven rey y sus amigos, con la desheredación consiguiente y quizá peligro de guerra civil con Francia, por lo que se iniciaron gestiones para contrarrestar esta amenazadora posibilidad. Aquí radica la explicación del viaje a Francia.
El primero en desplazarse para recibir al Emperador fue D. Carlos; luego siguió el rey, que llegó a Bayona en la última decena de abril, prácticamente prisionero del Emperador. Allí tuvo lugar la forzada abdicación de Fernando VII en su padre, y la de éste en Napoleón, quien, a su vez, cedió la corona a su hermano José Bonaparte.

Una Asamblea convocada en junio en Bayona dotó a España de una Constitución; en los primeros días de julio, José Bonaparte, rey intruso, llegó a España por la frontera de Irún, una España que desde el 2 de mayo estaba en guerra contra Napoleón. Un alzamiento general había depuesto a las autoridades complacientes con los planes napoleónicos; se formaron juntas provinciales y se aprestaron ejércitos contra los franceses. Después de la victoria de Bailén se pensó en crear un Gobierno único, surgiendo la junta Central, integrada por representantes de las Juntas provinciales. A la Junta, que cesó a fines de enero de 1810, coincidiendo con la llegada de los franceses a Sevilla, donde radicaba, sucedió una Regencia a cuyo frente se puso el prestigioso obispo de Orense Pedro Quevedo; los otros miembros eran Saavedra, Escaño, Lardizábal y Castaños. La Junta Central convocó Cortes, y la Regencia, en contra lo acordado por la Central, las reunió al estilo de la Asamblea francesa, en cámara única y voto por cabezas.
Cuando las Cortes de Cádiz iniciaron sus sesiones en septiembre de 1810, la mayor parte de España estaba en poder de los franceses. Las primeras decisiones de las Cortes modificaron sustancialmente la constitución política de la monarquía, decretando la soberanía nacional y la división de poderes. A partir de 1812, los ejércitos españoles e ingleses, al mando de Wellington habían ido sumando victorias contra los franceses; en octubre de 1813, el ejército aliado entró en Francia, y a fines de año se firmó el tratado de Valenjay, por el que Fernando VII recobró su libertad. En septiembre de 1813 comenzaron sus sesiones en Cádiz las Cortes ordinarias, las cuales sucedieron a las extraordinarias que elaboraron la Constitución.

(Alegoría del regreso de Fernando VII)

En marzo de 1814 Fernando VII pasó la frontera española y se encontró entre dos tendencias: la representada por el emisario de las Cortes, exigiéndole que jurara la Constitución como requisito previo para gobernar, y la de los diputados realistas. La adhesión del Ejército y la actitud del pueblo, así como (probablemente) el contenido del Manifiesto, determinaron el camino que siguió Fernando VIl.
El 4 de mayo de 1814, Fernando VII promulgó un decreto que restablecía la Monarquía absoluta y declaraba nulo y sin efecto alguno toda la obra de las Cortes de Cádiz. El régimen constitucional no fue capaz de oponer resistencia, y las Cortes fueron disueltas el 10 de Mayo de aquel año.

El resto del reinado de Fernando VII estuvo marcado por su resistencia a reformar las caducas estructuras del Antiguo Régimen, acompañada de una represión sangrienta contra los movimientos de inspiración liberal. Durante los «seis mal llamados años» (1814-20) se limitó a restaurar la monarquía absoluta como si nada hubiera ocurrido desde 1808, agravando los problemas financieros derivados de la pervivencia de los privilegios fiscales y la insuficiencia del sistema tributario tradicional; un endeudamiento creciente ahogaba a la Hacienda Real, al tiempo que España perdía todo protagonismo internacional (la participación en el Congreso de Viena de 1815 se saldó sin beneficio alguno para el país).
Incapaz de reaccionar ante el proceso de emancipación de las colonias americanas, Fernando permitió prácticamente que consolidaran su independencia de España; cuando, en 1820, reunió en Andalucía un ejército expedicionario destinado a recuperar el control sobre América, éste se pronunció bajo el mando del general Riego y puso en marcha un proceso revolucionario que obligó al rey a aceptar la restauración de la Constitución de 1812.
(Jura de FErnando VII como principe de Asturias - 1791 - Luis Paret y Alcázar)

Durante el siguiente Trienio Liberal (1820-23), Fernando intentó salvar el Trono fingiendo admitir su nuevo papel de monarca constitucional, pero utilizó todos los recursos que pudo para hacer fracasar el régimen y obstaculizar las reformas de las Cortes y los gobiernos liberales: conspiró para organizar un golpe de Estado de la Guardia Real en Madrid, que fracasó en 1822; posteriormente llamó en su ayuda a las potencias absolutistas de la Santa Alianza, hasta propiciar una nueva invasión francesa de la Península, la campaña de los «Cien mil hijos de San Luis» que, bajo el mando del duque de Angulema, derribó el régimen constitucional y repuso a Fernando como rey absoluto (1823).

(Desembarco de S.M. el Rey Don Fernando VII en El Puerto de Santa María, el 1 de Octubre de 1823- Oleo José Aparicio)

El 31 de marzo de 1830 Fernando promulgó la Pragmática Sanción, aprobada el 30 de Septiembre de 1789, bajo Carlos IV, pero que no se había hecho efectiva por razones de política exterior. La Pragmática establecía que si el rey no tenía heredero varón, heredaría la hija mayor. Esto excluía, en la práctica, al infante Don Carlos María Isidro de la sucesión, por cuanto ya fuese niño o niña quien naciese sería el heredero directo del rey. De esta forma, su hija Isabel, la futura Isabel II, nacida poco después, se veía reconocida como heredera de la corona, con gran disgusto de los partidarios de don Carlos, el hermano del rey.

En 1832, hallándose el rey enfermo de gravedad en cortesanos partidarios del infante consiguieron que Fernando VII firmara un Decreto derogando la Pragmática. Con la mejoría de salud del Rey, el Gobierno de Francisco Cea Bermúdez, la puso de nuevo en vigor. Tras ello, Don Carlos marchó a Portugal. Entre tanto, María Cristina, nombrada regente durante la grave enfermedad del rey (la heredera Isabel apenas tenía tres años en ese momento), inició un acercamiento hacia los liberales y concedió una amplia amnistía para los liberales exiliados, prefigurando el viraje político hacia el liberalismo que se produciría a la muerte del rey.

(Grabado del Museo Municipal en el que se muestra a la reina María Cristina cuidando a Fernando VII enfermo)

Fernando murió el 19 de Septiembre de 1833, sin hijos varones, había tenido otra hija la infanta Luisa Fernanda. El infante don Carlos, junto a otros realistas que consideraban que el legítimo heredero era el hermano del rey y no su hija primogénita, se sublevaron y empezó la Primera Guerra Carlista. Con ello su aparición el carlismo.

Fernando VII tenía fama de mujeriego. Las historias que se contaban de sus infidelidadescy de sus aventuras extramaritales corrían paralelas a las críticas feroces a su carácter vengativo y torticiero.
Contrajo matrimonio en cuatro ocasiones:
En 1802 casó con su prima María Antonia de las Dos Sicilias, hija de Fernando I de las dos Sicilias y de María Carolina de Austria. (1784-1806), hija de María Antonia sufrió dos abortos, y no hubo descendencia.

En 1816 Fernando casó en segundas nupcias con su sobrina Isabel de Braganza, Infanta de Portugal (1797-1818), hija de su hermana mayor Carlota Joaquina y Juan VI de Portugal. Murió por una cesárea mal practicada, que causó también la muerte a su única hija.

En 1819 casó por tercera vez con María Josefa de Sajonia, (1803-1829), hija de Maximiliano de Sajonia y Carolina de Borbón-Parma. No tuvieron descendencia.

Finalmente, en 1829, casó con otra de sus sobrinas, María Cristina de las Dos Sicilias (1806–1878), hija de su hermana menor María Isabel de Borbón y Francisco I de las Dos Sicilias. Tuvieron dos hijas:
Isabel II (1830-1904), reina de España (1833-1868) y Luisa Fernanda (1832-1897), infanta de España, casada con el duque de Montpensier.

Fuente de Datos:
*Fernando VII - Rafael Sánchez Montero – Madrid, Arlanza, 2001.
*Wikipedia
*Biografías y Vida

2 Comments:

natalia_paperblog said...

Buenos días,

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Espero que encuentres el concepto interesante y te motive. Mientras, no dudes en escribirme para conocer más detalles.

Atentamente,

Natalia

José Joaquín Rodríguez said...

En el fondo, el pobre Fernando fue un hombre de su tiempo. Gobernó según la tradición, y así le fue, claro. Bueno, a él no le fue mal, al país sí.

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