jueves, mayo 14, 2009

Condestable Alvaro De Luna, De La Corte Al Caldaso

(Don Alvaro de Luna - Lienzo de 1791)

Alvaro de Luna fue un personaje singular en la primera mitad del siglo XV castellano. Durante más de treinta años llegó a ser el verdadero rey de Castilla en calidad de valido del rey Juan II (1405-1454).


Nace Alvaro de Luna en Cañete (Cuenca) en 1390. Era hijo bastardo del noble aragonés Alvaro de Luna, copero mayor de Enrique III, y de María Fernández de Jaraba, mujer de vida disipada, aunque hay quien afirma que su madre fue doña Juana Martínez de Jaraba, hija de don Pedro Fernández de Jaraba, alcaide de Cañete, lugar del señorío de su padre.


Con siete años se queda huérfano, y pasa a contar con la protección de su tío Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, y la del antipapa Benedicto XIII, hermano de su abuelo.

Debido a la influencia de éstos en la corte, Alvaro tiene acceso a la misma como doncel del futuro rey Juan II, que contaba entonces tres años de edad, ganándose inmediatamente la voluntad del rey niño, y mostrando gran gentileza y destreza en todo lo que hacía.

En los años de niñez de Juan II, Alvaro de Luna fue el doncel insustituible en la corte llegando así a mantener con el joven monarca una estrecha relación, que en algunos sectores fue considerada sospechosa.


Indudablemente Alvaro de Luna era una persona de fino ingenio que sorprendía a todos con sus canciones y bailes. Era de cuerpo pequeño y rostro menudo, de miembros bien compuestos y buena fuerza. Cabalgador, muy diestro en las armas, avisado en los juegos, gracioso, bien razonado, discreto, disimulador y cauteloso.

Poseía además una poderosa inteligencia, que lo dotó de unas buenas dotes de escritor y despertó en él una gran preocupación por la cultura, contribuyendo a dar a la corte un esplendoroso brillo literario.

Todas estas cualidades especiales, en las que su bastardía nunca puso freno a su energía y ambición, eran a toda vista notables, y que puso siempre al servicio de unas claras ambiciones políticas, conociendo a muchos personajes influyentes y casi todos los entresijos de la política castellana.

En el reino mientras tanto se difundía el espíritu caballeresco y progresaba la aristocratización de la sociedad.


(Juan II de Castilla)

En Marzo de 1419 y a la edad de catorce años, se proclama la mayoría de edad de Juan II, y Alvaro de Luna, beneficiándose del débil carácter del monarca, inició una meteórica carrera política, preocupándose más por la promoción de la cultura que por las tareas de gobierno.

El rey mientras tanto, dados los ambiciosos nobles que le rodeaban, entre ellos sus primos los infantes de Aragón, no dudó un instante en depositar toda su confianza en su favorito, que además de permanecerle fiel gozaba de muchos talentos que el monarca admiraba.


En julio de 1420 el infante Enrique de Aragón, primo del soberano, retuvo en su poder a Juan II, pero en noviembre, aprovechando una partida de caza, don Alvaro, que no se había separado del monarca, le ayudó a escapar. En adelante su influencia no dejaría de aumentar sobre el soberano. A partir de este momento Alvaro de Luna fue la figura central de Castilla.

Fue nombrado condestable en 1422, y entonces su proyecto político era muy claro, pues trataba de fortalecer el poder de la monarquía, y de manera indirecta el suyo propio. Todo ello sin deteriorar el poder de una nobleza a la que él mismo pertenecía.

Sin embargo, la nobleza no constituía un bloque homogéneo. De ella formaban parte los infantes de Aragón, hijos de Fernando de Antequera – soberano de la corona de Aragón, y primos de Juan II.

Era un periodo de conflicto constante provocado por tornadizas coaliciones de nobles que, bajo el pretexto de liberar al rey de la perniciosa influencia de su favorito, realmente trataban de convertirle en una marioneta que sirviera a sus propios intereses.


Álvaro de Luna forjó una alianza con la pequeña nobleza, las ciudades, el bajo clero y los judíos, que se oponían a la oligarquía nobiliaria castellana y a los infantes de Aragón, que defendían los tradicionales intereses políticos y económicos de su familia en Castilla.

Para Alvaro de Luna, sacar adelante el proyecto político no era tarea fácil, y sus reiterados intentos de llevarlo a la práctica estuvieron salpicados por un rosario de luchas civiles que esmaltan esta última etapa del enfrentamiento entre la nobleza y monarquía.

El sector más perjudicado en el conflicto fue el estado llano, cuyas instituciones más representativas, Cortes y Ciudades, se vieron mediatizadas por el control regio. Las primeras entraron en una imparable decadencia a partir de 1422, pues los procuradores ciudadanos fueron pagados con cargo a la Cámara Real, y con frecuencia, nombrados a propuesta del rey. En las ciudades se generalizó el gobierno por medio de regidores, nombrados por el monarca entre los miembros de la oligarquía de caballeros urbanos.

Todo esto contribuyó a que la vida de Alvaro de Luna estuviera marcada por las constantes expulsiones de la corte por parte de las facciones victoriosas, y su vuelta cuando ésta era disgregada.


En 1423 consiguió que el rey abriera un proceso con oscuras maniobras, al condestable Ruy López Dávalos, aprovechando su huída a Aragón y así apropiarse de sus patrimonios y títulos.

En el verano de 1429 inicia una larga guerra con Aragón, expulsando a los infantes aragoneses de Castilla. Sus bienes fueron confiscados y repartidos entre los seguidores del condestable.

En los siete años siguientes, don Alvaro gobernó con comodidad, contando con el apoyo de la oligarquía nobiliaria.

En 1431 se esforzó en mandar a los noble en una guerra para reconquistar Granada, saliendo vencedor en la batalla de La Higueruela.


Tras la victoria de Higueruela en 1431, pudo establecerse un protectorado castellano sobre este reino. Pero el excesivo personalismo de don Alvaro, terminó por enajenarle simpatías de un amplio sector de la oligarquía nobiliaria. Tratando de neutralizar esa oposición hizo llamar en su ayuda a los infantes de Aragón, a los que prometió la devolución de los bienes que les había confiscado anteriormente. Fue una decisión grave y a la vez inútil, pues los infantes no venían a colaborar, sino a hacerse con el poder. Don Alvaro no tuvo más remedio que ceder, y en octubre de 1439 fue desterrado por seis años, retirándose a su señorío de Escalona.


Cumplido el plazo regresó a la escena política, decidido a vencer definitivamente a sus opositores. Contando con el apoyo del rey, y de un amplio sector de la oligarquía nobiliaria, así como con la simpatía de la monarquía del pueblo llano, el 19 de mayo de 1445 se produjo en Olmedo el choque definitivo. Los infantes de Aragón y sus partidarios fueron severamente derrotados, mientras el condestable se dispuso a sacar todo el fruto de su triunfo.

La victoria de Olmedo supuso el triunfo sin paliativos de la monarquía y el punto culminante en la carreta política del condestable, que fue nombrado Maestre de Santiago.


(Alvaro de Luna con el habito de Santiago - Detalle del Retablo Mayor Capilla de Santiago - Catedral de Toledo - siglo XV)


En esta fecha falleció María de Aragón, esposa de Juan II, y éste se casa en segundas nupcias, con Isabel de Portugal, quién influyó notablemente en el desapego de su marico con don Alvaro de Luna, pues la reina desde el principio se consideró contraria a él.

(Isabel de Portugal)

A partir de este momento comienza el declinar del condestable, debido a diversos factores: la liga nobiliaria era una potencia en verdad indestructible y su renacimiento en la escena política no estaba lejos. Esto, unido al recelo del príncipe heredero Enrique, y a la hostilidad Isabel de Portugal, así como al propio desgaste de don Alvaro acabarían por cambiar su suerte.

En su última etapa de gobierno, Alvaro de Luna pretendió establecer algo parecido a una dictadura personal, tratando de construir un fuerte poder monárquico pero sin contar con el rey.

De esta forma se granjeó definitivamente la enemistad de la oligarquía nobiliaria, mientas el malestar se extendía por todo el reino, hasta el punto de que los mismos procuradores ciudadanos eran conscientes de acabar con el gobierno del condestable.

Aprovechando la ausencia de favor real hacia don Alvaro, Isabel de Portugal logró concitar el apoyo de la oligarquía nobiliaria y mover la conciencia del rey para que se deshiciera de él.


En abril de 1453 el rey firmó la orden de detención del valido, que se encontraba en Burgos, y fue detenido el Justicia Mayor del Reino, don Diego de Estúñiga, “en nombre del rey”.

Su familia, tras conocer los hechos, se refugia en el Castillo de Escalona y su esposa, Juana Pimentel escribe una durísima carta al monarca en contra de la prisión de su marido, llegándole a amenazar con la fuerza de las armas.

Prepara entonces el rey una comisión de diez reconocidos juristas con la clara consigna de llevar a don Álvaro al cadalso.


El 31 de Mayo, trasladado a Portillo, tras una serie de acontecimientos nada claros y de un juicio dudoso, Alvaro de Luna recibe la notificación de su condena a muerte.


El 2 de junio, a primera hora de la mañana, el ilustre sentenciado oyó misa y comulgó muy devotamente. Le llevaron después a petición suya un plato de guindas y bebió un vaso de vino. Llegada la hora, salió la comitiva fúnebre camino del lugar de la ejecución: cabalgaba el reo en una mula llevando sobre los hombros una capa negra. Ante él iban los pregoneros diciendo en altas voces:

"Esta es la justicia que manda hacer el Rey Nuestro Señor a este cruel tirano e usurpador de la corona real,
en pena de sus maldades e de servicios, mandándole degollar por ello
".

Así caminaron por la calle de Francos y la Costanilla hasta la plaza, donde se había erigido un cadalso cubierto con un paño negro, y sobre el cual había un crucifijo con antorchas encendidas a los lados. Preguntó el condenado qué significaba el garfio de hierro que sobre el madero había, y como le contestasen que era para poner en él su cabeza, después de degollado, repuso fríamente el condestable: "Hagan del cuerpo y la cabeza lo que quieran".

(Ejecución de Don Alvaro de Luna - Lienzo de Madrazo)

Don Alvaro, sin perder la elegancia y la soberbia que siempre le caracterizaron subió con entereza al cadalso preparado en la plaza pública de Valladolid, donde unos momentos después era decapitado. Su cabeza permaneció expuesta colgada en el garvato durante nueve días.

("La Ejecución de Alvaro de Luna" - Oleo historicista de Rodriguez Losada - Museo del Prado.Madrid)

Su cadáver fue enterrado en una fosa destinada a los criminales.

("Entierro del condestable don Álvaro de Luna" de Eduardo Cano de la Peña.1858. Museo del prado. Madrid)

Su viuda, Juana Pimentel, y su hijo Juan, conde de Alburquerque, que habían ofrecido cierta resistencia desde su señorío de Escalona, se rindieron a los pocos días.

Los bienes de don Alvaro serán objeto de rapiña y sólo con el paso del tiempo, su familia consigue rehabilitar su memoria y trasladar sus restos que descansan en la Catedral de Toledo, en el lugar conocido como Capilla del Condestable. En su epitafio puede leerse:

AQUI YACE
EL ILUSTRE SEÑOR D. ALVARO DE LUNA,
MAESTRE DE SANTIAGO,
CONDESTABLE QUE FUÉ DE CASTILLA,
EL QUAL,
DESPUES DE HABER TENIDO LA GOBERNACION
DE ESTOS REINOS POR MUCHOS AÑOS,
FENESCIO SUS DIAS EN EL MES DE JULIO
AÑO DEL SEÑOR DE 1453.

El rey estaba en Segovia, a donde fue en los últimos días de mayo para no encontrarse en Valladolid, en donde iba a ejecutarse a Don Alvaro, y cuenta la tradición que en aquella misma mañana en que moría el condestable se desencadenó sobre la vieja ciudad del Acueducto una espantosa tormenta que duró muchas horas, y un rayo cayó en el Alcázar. Se dice que al resplandor de un relámpago vieron sus ojos el trágico cuadro de la plaza de Valladolid: la cabeza cortada del infortunado don Álvaro de Luna, y escuchó su voz emplazándole para que en el término de un año se presentara a dar cuentas a Dios de cómo había pagado los servicios que le prestara.

El rey sobrecogido de espanto cayó desfallecido y así le encontraron sus servidores, desde entonces enfermó de melancolía, pesaroso y arrepentido de su justicia, acosado por el triste recuerdo del desastroso fin del que durante cuarenta años le había servido fiel.

Juan II, no consiguió superar la ejecución de su valido, de la que era el único responsable. Murió el 21 de julio de 1454, no sin hacer antes una solemne declaración de su incapacidad para ejercer el oficio de rey.

En 1658, El Consejo de Castilla le declara a Alvaro de Luna inocente y libre de toda culpa de las mentiras por las que había sido condenado.

Bibliografía:

*César González Mínguez – catedrático de historia medieval en la universidad del País vasco.

*Historia de España-Modesto de la Fuente

7 Comments:

La Dame Masquée said...

Tarde llegó para el ese reconocimiento, y tuvo que morir sabiendo que era victima de una injusticia y pensando que de ese modo infame pasaria su nombre a la historia.
Que arrestos: "Hagan del cuerpo y la cabeza lo que quieran."

Y ya ve, madame, no me lo imaginaba bailando!

Muy interesante su texto.

Bisous

El Bosque Olvidado said...

Qué bueno, señora!
Hame resultado harto interesante esta lectura, así como laTrágica vida del Infante Don Carlos de Austria.
Es un placer visitaros,aunque a veces me tarde en hacerlo
Doña Guiomar

isthar said...

Hola, un gusto saludarte y decir que es una historia impactante.
Da miedo pensar en lo que se perpetraba en aquellas épocas.
Un abrazo Isthar

Felipe Sérvulo said...

¡qué bien lo narras!. Da gusto pasar por tu casa.

Alyxandria Faderland said...

Nada cambia bajo el sol, cuando sirves todo esta bien pero en cuanto se piensa que molestas un poco, te despachan. En esa epoca al otro mundo, ahora un poco mas civilizadamente te mandan un telegrama de despido, un divorcio, pero como sea, al que moleste se losaca del medio.

Darío said...

Es increíble todo lo que se puede descubrir en un solo día navegando por Internet; por ejemplo, este sitio al que me uno como seguidor.

Dejo aquí enlace con páginas que pueden ser de su interés:

http://lahistoriadedonquijote.blogspot.com

http://giacomopucciniatravesdesuscartas.blogspot.com

Un saludo,
Darío

Xibeliuss said...

¡Qué tiempos!Quizás no tan diferentes, pero con otro estilo. Gran entrada. Considéreme desde este momento uno más de su legión de admiradores.
Saludos.

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