miércoles, abril 14, 2010

María Isabel De Braganza

María Isabel de Braganza nació en Lisboa el 19 de mayo de 1797 y era hija primogénita del rey Juan VI de Portugal y de su esposa, la reina Carlota Joaquina que a su vez era hija del rey Carlos IV de España y hermana de Fernando VII, el cual había enviudado antes de alcanzar el trono. Napoleón intentó casarlo con una princesa de su familia, pero los acontecimientos que se produjeron a partir de 1807 imposibilitaron aún más si cabe una alianza matrimonial con la Francia Napoleónica.

A raíz de la invasión francesa de 1808, y de los sucesos de Bayona, Fernando tuvo que permanecer en Valençay durante toda la guerra. En 1816, cuando ya había vuelto a España como rey, decidió contraer de nuevo matrimonio. En esta ocasión la escogida sería la princesa Isabel de Braganza. Esta boda, al igual que la de María Antonia de Nápoles, se llevaría a cabo primero por poderes, y también sería una boda doble, ya que al mismo tiempo se efectuaría el matrimonio de la hermana de la princesa portuguesa, María Francisca, con el hermano de Fernando, el infante Carlos María Isidro.

La boda por poderes se celebró en el Navío San Sebastián, fondeado en la bahía de Cádiz, y en el que las princesas acababan de llegar a España desde Brasil, donde residía la Familia Real portuguesa desde la invasión napoleónica y en donde creció la joven princesa, muchacha de carácter extremadamente tímido, dulce y bondadoso. Allí fueron recibidas en el puerto de Cádiz por el representante del Rey, el Conde de Miranda. A los pocos días, el 28 de septiembre de 1816, las dos esposas efectuaron su entrada en Madrid, que se engalanó para la ocasión detallado por Mesonero Romanos: “Arcos vistosos en varios puntos de la población, carrera engalanada, música y alarma de tropas, comparsa de trajes provinciales, cucañas y fuentes de vino, fuegos artificiales, banderas y emblemas de regocijo, nada faltó para solemnizar un suceso que la generalidad veía con placer, porque tendía a asegurar la descendencia de Fernando”.

Las crónicas de la época la describen como una muchacha buena como el pan, pero carente de gracia. Se cuenta que el día de la boda en Madrid se colocó un pasquín en la verja del palacio que decía: «Fea, pobre y portuguesa. ¡Chúpate esa!». Pero el cruel comentario iba más bien dedicado a molestar a su esposo, inmerso en plena represión del liberalismo e implantación del absolutismo. Isabel siempre mostró un talante tolerante, dialogante, tratando de destensar el ambiente cortesano y suavizar el carácter intolerante de Fernando VII. Se comentaba que simpatizaba con los liberales.
Hasta sus enemigos políticos habían puesto sus esperanzas en que la nueva reina contribuyera a dulcificar la actitud de Fernando con respecto al liberalismo. De hecho, y como consecuencia del venturoso enlace, el Gobierno concedió un indulto general y se permitió el regreso del destierro de los constitucionales, con algunas excepciones.
Sin embargo, pocos se fiaban de la sinceridad de estos decretos, a pesar de la buena voluntad que mostraba la nueva reina.
Fernando VII
Isabel de Braganza era una mujer poco agraciada, aunque dulce de carácter y de trato amable. Pronto se dio cuenta de la actitud indiferente de su marido y de la escasa atención que le prestaba. Eran conocidas las correrías que Fernando emprendía por las noches con sus íntimos en busca de aventuras amorosas. Bayo cuenta que fue el propio hermano de su marido, el infante don Carlos, el que alertó a la reina de sus salidas nocturnas. En una de estas ocasiones, y con el pretexto de visitar la Secretaría de Hacienda, regresó bastante tarde. Isabel, sabedora del engaño, le estaba esperando y le espetó: “Me he desengañado por mi propia: viene usted de casa de su querida: sea enhorabuena”, El Rey le contestó de forma airada y no trató de disculparse.
A pesar de que las relaciones matrimoniales distaban de ser ejemplares, Isabel apoyó con entusiasmo a su marido en la creación del Museo del Prado. La iniciativa, que fue del Rey, contó siempre con el respaldo y la colaboración de su esposa, que contribuyó de forma decidida al proyecto de la pinacoteca para reunir los fondos procedentes de las colecciones de la Casa Real española.

La segunda esposa de Fernando VII quedó embarazada al poco de contraer matrimonio, pero la hija a la que dio a luz el 21 de agosto de 1817 murió a los cuatro meses. Tuvo un segundo embarazo, pero su delicada salud y las consecuencias de una cesárea mal practicada fueron las causas de su prematuro fallecimiento, el 26 de septiembre de 1818. Contaba 21 años de edad.


Fernando, que apenas había congeniado con su esposa, se vio profundamente afectado por su muerte. Pero su principal preocupación era que seguía sin conseguir heredero para la corona.


(Isabel de Braganza en el retrato que de ella se conserva en el Prado y que fue pintado por Bernardo López Piquer. Maria Isabel de Braganza apunta con el brazo derecho al edificio del museo que se ve a través de una ventana, mientras su mano izquierda está apoyada sobre una mesa, por encima de planos del museo.)

Fuente de Datos:
* Las cuatro esposas de Fernando VII - Rafael Sánchez Montero para La Aventura de la Historia

7 Comments:

Xibeliuss said...

La verdad es que, según los retratos, su físico se acomodaba bien con su carácter. Mal papel le tocó: ¿Hubiese podido ser una buena influencia en Fernando de haber vivido más tiempo? Mucho me temo que el Felón no tenía arreglo.
Saludos

Babbilonia said...

Quién sabe Xibeliuss, igual de haber sobrevidido hubiera tenido el don de hacerlo cambiar.

Saludos

Juan A. said...

Como siempre, gracias por estar ahí.

Un beso.

I. Robledo said...

Curiosa historia, de la que nade conocia, amiga... La verdad es que la historia de Portugal, tan cercana, nos resulta mas lejana que la de Troya, por ejemplo.

Recibe un abrazo, amiga

Museo de la Luna said...

Leí tu post sobre Fernando VII y no se cargan las tintas sobre su crueldad, despotismo, intransigencia, sadismo y lo mala persona que era, en general. Muy bien. Consigues ser escrupulosamente correcta. Yo no podría. Es como hablar de Hitler sin llamarle malnacido.

En cuanto a esta pobre infeliz, me da mucha pena. Una de las pocas reinas de las que me compadezco. Casarse con semejante jabalí.

PACO HIDALGO said...

Hola, acabo de descubrir este blog y me resulta muy interesante. Como amante de la historia, me interesa conocer todos los detalles y la historia menudade nuestra historia. Vaya piropos que le dedicaron a la pobre Isabel, "fea, pobre y portuguesa", casi nada. Y que mala suerte con los embarazos.
Te invito a que conozcas el blog de historia del arte que hago para los alumnos de Bachillerato de Dos Hermanas: http://artetorreherberos.blogspot.com/. Un cordial saludo.

Anónimo said...

Es un placer leer el contenido de tu blog. Te felicito por tu rigor.

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