La alabarda, terrible durante la edad media, y creada exclusivamente para la guerra, es una mezcla de lanza, hacha y posadera, que causó estragos en las sangrientas batallas durante los siglos XIV a XVI.
Durante
Las milicias de a pie, de por sí mal entrenadas y peor armada, se convirtieron en figuras de barro ante éstos guerreros entrenados desde la infancia, y que a nada ni a nadie temían.
Debido al temor cada vez más expandido ante las grandes bajas que se producían batallando, por diversas regiones europeas comenzaron a florecer milicias urbanas bien organizadas y con una fuerte disciplina. Comenzaron por un diestro entrenamiento y se armaron de ballestas y con una serie de armas inspiradas en los instrumentos del campo y de la artesanía.
Aplicando hoces, posaderas, martillos, picos, hachas, hoces y ganchos (según se terciara), al extremo de astiles de unos dos metros, crearon una enorme variedad de armas con un único denominador común: enganchar los salientes de las armaduras de los caballeros y derribarlos de sus monturas, para una vez caídos, y utilizando las extensiones de estas mismas armas, (picos, hachas, martillos) noquearlos y perforar sus corazas de acero.
Alabardero Alemán
La alabarda es tan sólo una de estas muchas armas de astil con punta compleja y multifunción. Su astil de dos metros, empuñado con las dos manos, alcanzaba perfectamente la cabeza y hombros de un jinete.
La fuerza de la alabarda estaba en su “cabeza de armas”, forjada en una sola pieza de hierro y dotada de un cubo para una buena fijación del astil, reforzándose a veces con largas pletinas de hierro.
Principalmente constaba de tres elementos: la punta de lanza o pica en el extremo; un hacha de cabeza curva en un lado y un peto en forma de gancho o pico curvado en el otro, teniendo cada uno de ellos una función: perforar, tajar y enganchar, convirtiéndose así en un arma terrible tanto contra los infantes como contra los jinetes.
Los tipos más antiguos provienen del año 1287, creados en Suiza y Alemania, y consistía en un astil con un ficho de hacha combinado con una punta de lanza.
Posteriormente y a lo largo de los siglos siguientes, se le irían agregando diferentes complementos.
En los siglos XIV a XVI, los mercenarios suizos y los lansquenetes alemanes extendieron su uso por toda Europa.
Con el desarrollo de las armas de fuego fue perdiendo su papel, y en los siglos XVII y XVII quedó reducida solamente a símbolo, aunque su papel ceremonial fue creciendo entre las Guardias Reales y es así como actualmente la conocemos.
2 Comments:
Interesante, curioso e instructivo,me gusta tu blog.
Gracias por tu visita.
Es un placer tenerte como visitante.
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