domingo, junio 01, 2008

La Alabarda


La alabarda, terrible durante la edad media, y creada exclusivamente para la guerra, es una mezcla de lanza, hacha y posadera, que causó estragos en las sangrientas batallas durante los siglos XIV a XVI.

Durante la Edad Media, la caballería pesada aristócrata fue la gran invencible en los campos de batalla. Los combatientes se lanzaban al enfrentamiento con el enemigo protegidos con cotas de malla y placa de hierro. Montaban grandes caballos especialmente entrenados para tal fin y se armaban con una combinación de lanza y espada, haciendo por tales motivos de la caballería noble medieval, en la Europa Occidental, un arma verdaderamente devastadora.
Las milicias de a pie, de por sí mal entrenadas y peor armada, se convirtieron en figuras de barro ante éstos guerreros entrenados desde la infancia, y que a nada ni a nadie temían.

Debido al temor cada vez más expandido ante las grandes bajas que se producían batallando, por diversas regiones europeas comenzaron a florecer milicias urbanas bien organizadas y con una fuerte disciplina. Comenzaron por un diestro entrenamiento y se armaron de ballestas y con una serie de armas inspiradas en los instrumentos del campo y de la artesanía.
Aplicando hoces, posaderas, martillos, picos, hachas, hoces y ganchos (según se terciara), al extremo de astiles de unos dos metros, crearon una enorme variedad de armas con un único denominador común: enganchar los salientes de las armaduras de los caballeros y derribarlos de sus monturas, para una vez caídos, y utilizando las extensiones de estas mismas armas, (picos, hachas, martillos) noquearlos y perforar sus corazas de acero.

Alabardero Alemán

La alabarda es tan sólo una de estas muchas armas de astil con punta compleja y multifunción. Su astil de dos metros, empuñado con las dos manos, alcanzaba perfectamente la cabeza y hombros de un jinete.
La fuerza de la alabarda estaba en su “cabeza de armas”, forjada en una sola pieza de hierro y dotada de un cubo para una buena fijación del astil, reforzándose a veces con largas pletinas de hierro.

Principalmente constaba de tres elementos: la punta de lanza o pica en el extremo; un hacha de cabeza curva en un lado y un peto en forma de gancho o pico curvado en el otro, teniendo cada uno de ellos una función: perforar, tajar y enganchar, convirtiéndose así en un arma terrible tanto contra los infantes como contra los jinetes.
Los tipos más antiguos provienen del año 1287, creados en Suiza y Alemania, y consistía en un astil con un ficho de hacha combinado con una punta de lanza.
Posteriormente y a lo largo de los siglos siguientes, se le irían agregando diferentes complementos.

En los siglos XIV a XVI, los mercenarios suizos y los lansquenetes alemanes extendieron su uso por toda Europa.

Con el desarrollo de las armas de fuego fue perdiendo su papel, y en los siglos XVII y XVII quedó reducida solamente a símbolo, aunque su papel ceremonial fue creciendo entre las Guardias Reales y es así como actualmente la conocemos.

2 Comments:

Pedro said...

Interesante, curioso e instructivo,me gusta tu blog.
Gracias por tu visita.

Babbilonia said...

Es un placer tenerte como visitante.

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